Por Alexia Bauer
Existe un malentendido acerca de que la práctica de Ashtanga yoga es únicamente para estudiantes más avanzados.
Todos -a pesar de cualquier condición física- pueden practicar Ashtanga. Por medio de modificaciones a las posturas y con la respiración, visualizaciones y sensaciones, cada estudiante es capaz de trabajar en la práctica. El único requisito es tener un fuerte deseo y comprometerse a mantenerse en el camino -independientemente de cualquier obstáculo físico y mental que se presente.
Cuando empecé a practicar yoga, alguien me dijo que Ashtanga era como gimnasia: “la gente salta y hace piruetas y es muy dura con su cuerpo y se lástima con frecuencia.” Opté por no probar el Ashtanga, ya que mi idea de practicar yoga era descubrir más acerca de mí misma y profundizar mi vida espiritual, no sólo hacer ejercicios físicos.
Más tarde ese año, tomé un taller sin saber que sería uno de Ashtanga. No solamente me enamoré de la práctica y su método, sino también conocí a mi maestra Kino MacGregor. Desde entonces, el Ashtanga ha sido mi práctica diaria y MacGregor mi inspiración para mantenerme en el camino.
El sistema de Ashtanga fue diseñado para ser practicado en su forma tradicional: en el estilo Mysore. El nombre proviene de la ciudad de Mysore en el sur de India en donde el padre del linaje, Sri K. Pattabhi Jois, empezó a enseñarlo.
En una clase de Mysore, el maestro no dirige la clase sino los estudiantes se presentan a la hora que les funcione mejor dentro del período de tiemp que dure la clase y son guiados individualmente de acuerdo a las necesidades de su cuerpo para progresar a su propio ritmo y nivel. Primero, trabajamos en concentración y memorización de la secuencia y conforme avanza el tiempo, el cuerpo empeza a moverse con mayor fluidez durante las posturas. Las seis series de posturas fueron planeadas para aprenderse en orden. Aunque se presenten posturas difíciles o incómodas, no hay escapatoria.
Simplemente trabajamos en lo que necesitamos trabajar y sólo cuando nuestro cuerpo es capaz de llevar a cabo la postura, nos movemos a la siguiente.
Uno de los aspectos más lindos de este sistema es que es una práctica individual. La puedes llevar a donde sea. No eres dependiente de un maestro creando una secuencia para tí y al mismo tiempo, tienes el apoyo de otros estudiantes (cuando practicas en un estudio o en una clase dirigida).
El sistema está basado en un método llamado “Tristhana”, los tres puntos principales de enfoque: respiración, drishti (punto de vista o atención) y asana (postura). Si practicamos éstos sin interrupción y sin responder al deseo de detenernos o evitar lo que parece ser más difícil, aprendemos a no reaccionar al hecho de que todo cambia constantemente. Aprenderemos a observar nuestra mente esmeradamente y a construir un sentido de estabilidad para cuando se presenten situaciones que pueden cambiar nuestros pensamientos o emociones.
El Ashtanga yoga provee a cada estudiante con lo que él o ella necesitan para encontrar el balance entre los extremos para vivir más feliz y saludables en todo sentido. A diferencia de otros estilos de yoga, la práctica no va de la mano con la idea que el yoga nos debe hacer sentir cómodos. Claro que el Ashtanga nos ayuda a sentirnos mejor, pero su propósito principal es observar la mente e incrementar la claridad y la conciencia. Cuando encontramos obstáculos en la secuencia, las posturas más desafiantes sacan nuestros miedos, apegos e inseguridades. Observamos las fluctuaciones de nuestra mente, y al ser conscientes de las mismas, podemos encontrar la forma de salir de los patrones que no nos permiten ver quiénes somos en realidad y cómo reaccionamos.
El Ashtanga es tan fácil o difícil como el estudiante lo desee. Si reaccionamos a lo que se presenta por medio de la práctica con agresión, vamos a resultar con lesiones o cansancio mental. Si tratamos de evitar o escaparnos de las posturas más exigentes rompiendo las reglas del sistema y salteándonos poses o la práctica, caeremos en el extremo opuesto: inercia o apatía. Encontrar el camino de en medio es usualmente lo que todos aprendemos con el Ashtanga, descubriendo nuestro comportamiento mental, físico y psicológico y llegando a un lugar de aceptación y amor hacia nosotros mismos y hacia el mundo que nos rodea. Cuando la mente se interpone en nuestro camino, es difícil observar, mantenernos ecuánimes y aceptar la impermanencia de las cosas.
Por medio de mi práctica de Ashtanga, he construido mas consciencia y conocimiento de mí misma y mis acciones, paciencia, aceptación y compasión. Estas son las razones por las cuales empecé a practicar yoga. Ashtanga no es como gimnasia como escuché, es una manera de enfrentar lo que se presenta en el momento presente durante la práctica para poder aplicarlo a las situaciones del diario vivir y poder llevar una vida más consciente.
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One Response to “Ashtanga: Manten tu Enfoque”
January 11, 2014
Ashtanga: Maintain | Illumine Chicago[…] Bauer’s Spanish-language translation of this article here. […]